LA COSA PUBLICA Y LA ASOCIACION ILICITA
Por el doctor Ricardo J. Cornaglia (*)
(extracto de la nota editorial de la revista “la defensa” del Inst.de Estudios
Legislativos de la Fed. Arg. de Colegios de Abogados) - El fallo del 17 de septiembre del 2018, en la causa caratulada “Fernández, Cristina Elisabet y otros s/ Asociación IlÃcita”, en trámite por ante el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal No. 11, a cargo del doctor Claudio BonadÃo, procesa por graves delitos de corrupción a altos funcionarios públicos e importantes dirigentes empresarios, a raÃz de probados negociados en las obras públicas.
Su importancia jurÃdica es singular. Este juicio
sacude las entrañas mismas del Estado de Derecho y pone a prueba al poder
judicial argentino, al mismo tiempo que expone la complejidad del acceso a la
justicia cuando son comprometidos los poderes polÃticos nacidos de la
democracia representativa y sus vinculaciones con los poderes económicos
constituidos.
Institutos nuevos y a prueba, se están
llevando a la práctica procesal penal en esa causa judicial. Y el tipo de
asociación ilÃcita para delinquir, cuando en su configuración entra en
connivencia la administración de la cosa pública, reclaman el más amplio debate
posible a dar, con respeto del ejercicio del proceso, tanto en la acusación,
como en la defensa.
Nuestra objetividad, no puede ser sólo jurÃdica,
puesto que los valores que entran en juego hacen a la esencia misma de
República. Forman parte de una ciencia polÃtica no bastardeada. Sirven a una
economÃa incorrupta.
Los que creen que este tipo
de proceso no tiene antecedentes en nuestro paÃs, deberÃan tener en cuenta la
historia de nuestra sufrida sociedad.
Recordar desde la época de la Colonia, el tráfico
de esclavos, las arribadas forzosas y el contrabando organizado desde el
funcionariado colonial, como vÃa de escape de la plata del PotosÃ. El rol que
le cupo a la Cámara de Comerciantes ingleses creadas a poco de la revolución de
mayo y su influencia en la cosa pública. Las campañas del desierto, con
el exterminio de los pueblos originarios y la apropiación de las tierras por
una clase latifundista. Los negociados de los ferrocarriles y de la industria
frigorÃfica, que culminó con las denuncias de Lisandro de la Torre y el
asesinato en el Senado de la Nación, de Enzo Bordabehere; los de la venta de la
tierra pública, incluso los terrenos del Palomar, para Campo de Mayo, que
provocaron el suicidio del diputado VÃctor Guillot; los negociados de la CHADE
con los que se construyó la Casa Radical; los negociados del IAPI y el
supuesto suicidio de Juan Duarte; la historia de la deuda externa y la
nacionalización de la deuda privada por un plumazo del Presidente del Banco
Central, la privatización de la empresas que explotan los riquezas naturales y
esenciales para el ejercicio de la soberanÃa nacional, entre ellas la entrega
de YPF y los apoderamientos sistemáticos de empresas, organizados con
intervención de las cúpulas de las tres fuerzas armadas y los distintos
servicios de informaciones, durante las dictaduras surgidas de los golpes de
1966 y 1976.
Lo original que puede llegar a tener este juicio,
es que el mismo se cumpla hasta el fin, a partir de los principios más
inmaculados del proceso, y que cuando se
haga justicia, el pueblo asimile culturalmente, el sentido final del vivir
honesto en el difÃcil y costoso trajinar de la democracia. (*) Presidente del I.D.E.L.)
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