ANALISIS BAJO UNA MIRADA PERIODÍSTICA
Esto de analizar es para los votantes. Para que no se confundan. Esta carrera es solo entre competidores, no admite espectadores. Todos debemos ser participantes, pero ojo, sin fanatismos, aquí no se trata de decidirse por el color de la camiseta. Cada uno de los votantes habrá de ser quién con su boleta en la urna, se sume a un equipo de la competición para que alguno de los que corren, llegue primero a la meta y luego, con el poder constitucional en sus manos, afronte el futuro que nuestra República merece y que todos esperamos.
Dicho esto, vayamos ahora al análisis -bajo la visión de un viejo periodista- sobre nuestros posibles futuros presidentes argentinos.
Comencemos por Javier Milei, por ser quién hasta el momento estaría puntero en la carrera. Este señor, se incorporó a la competencia como un principiante desafiando a los veteranos con ímpetu de destruir las performances de otros. Sus juegos de palabras, que en principio llamaron la atención y hasta llegaron a asustar, con el tiempo fueron perdiendo fuerzas y quedando solo en palabras. Un candidato a la primera Magistratura no puede convencer a nadie con palabras altisonantes, acusatorias u ofensivas. Hablar no es pronunciarse. Sin pronunciamientos no se pueden mostrar dotes de estadista. Palabras y actos rayanos en la violencia, no aportan para la convivencia en paz de una nación. Si en cordial sentido figurado, hablamos de las elecciones como una supuesta carrera, no sería manejando una motosierra la mejor manera de ganarle a nadie.
Entre los cuestionamientos que desde distintos sectores llegan a este candidato, no faltan los que no admiten hermanarse con quién -hasta ayer- fuera incluido en la “casta” a combatir y, como muestra palpable quedó la ausencia a la reunión del propio organizador, en un infantil intento de “engañar a la gilada” evitando la foto. Como así también el alejamiento de su primer promotor, al expresar “que se tranquilice, no necesitamos a otro dictador”
Volviendo al valor de las palabras, cuando padecen de indisimulada pobreza discursiva, pueden llevar a un nivel de devaluación que llegue hasta la desarticulación de la trama social.
Y si, bajo este mismo criterio de análisis periodístico, llevamos la mirada hacia la figura del candidato del oficialismo, Sergio Massa, resulta imposible dejar de lado las mentiras de su pasado para con los suyos, las de su presente para con todos y las de sus propuestas para salir de la crisis de la cual es principal responsable.
Las palabras de este candidato a gobernar con legalidad constitucional, lo que en la práctica hace irregularmente, conllevan un uso perverso del poder en busca de infundir veracidad a la mentira. Mientras las crecientes cifras de inflación y pobreza de cada día asustan (ahora estamos con una pobreza del 45%) .
Y como corolario; “la gilada” no es ajena los hechos de corrupción que se destapan casi a diario en esta Administración donde Massa se desplaza en su múltiple condición de ministro de Economía, Candidato a presidente y conductor de un gobierno en retirada.
Finalmente, nos queda la figura de la tercera candidata, Patricia Bullrich, quién por ser mujer, tiene en esa condición la primera diferencia para con los otros candidatos.
Con un pasado juvenil en la Juventud Peronista y “Montonera” que en su madurez no niega, cobró notoriedad a partir de 2015 por su labor como ministra de seguridad. Luego de su triunfo en las PASO, viene afrontando consecuencias de una inesperada reacción política en el seno de su partido.
En cuanto al uso de las palabras, muestra firmeza en sus convicciones y es medida en sus expresiones. Se siente segura en recuperar posiciones y propone cambios de rumbo al igual que los otros candidatos, con cierto tono de sensatez y anticipando apego a la Constitución Nacional y a la convivencia en paz.
No se ha pronunciado, hasta el cierre de esta nota, sobre el reciente escándalo del poder legislativo provincial en La Plata -los otros candidatos tampoco lo han hecho- tema que, desde su círculo íntimo, anticipan que estaría atenta a la decisión judicial y, en caso de que algún funcionario de su sector resultara implicado, no dudaría en apoyar su destitución.
No obstante que esta “carrera” terminará el 22 de octubre y su resultado podría dar lugar a una nueva, nuestro análisis finaliza en esta instancia, esperando que el voto del pueblo sea el árbitro certero e inapelable. -
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