HUMEDALES, NEGOCIOS Y FALTA DE DECISIÓN POLÍTICA
hecho que afecta al entorno y reproducido hasta el cansancio, genera colectivos de repudio y que, pasado un tiempo desaparecen.
Para el abordaje del tema, debemos
conceptualizar el “qué son”. Y para ello
apelaremos a la Convención de Humedales realizada el 2 de Febrero de 1971
(hace51 años) ratificada por la Ley Nacional Nº 23.919, por la que se establece
la importancia y la necesidad de protección de los humedales.
Esa Convención, en su artículo 1 párrafo
1, dice: “ se consideran humedales a extensiones de marismas, pantanos y
turberas, o superficies cubiertas de aguas, sean éstas de régimen natural o
artificial, permanentes o temporales, estancadas o corrientes, dulces, salobres
o saladas, incluidas las extensiones de agua marina cuya profundidad en marea
baja no exceda de seis metros”. “Podrán comprender sus zonas ribereñas o
costeras adyacentes, así como las islas.”
Vemos que estos ecosistemas son zonas
húmedas, que salvo contingencias extremas, como las producidas en los últimos
dos años en nuestro litoral, nunca
pueden ser destruidas por el fuego.
Los humedales están desapareciendo a
pasos agigantados, no por el fuego natural o intencional, sino por el
incumplimiento de toda la normativa existente y la falta de celo del Estado. Según
estudios realizados, desde el año 1900, la humanidad ha destruido el 64% de los humedales, y no
sólo frente al litoral argentino y nuestras costas del Rio de la Plata.
Tamaña desaparición es producto de la
deserción del Estado, la impunidad de los desarrolladores inmobiliarios y las
actividades productivistas agrícolas ganaderas, no sólo en su función
originaria, sino también para el patrimonio nacional, ya que la mayoría de esas
tierras, de conformidad a la ley, son bienes públicos del Estado destinados al
uso y goce de todos los ciudadanos, no apropiables por los particulares, pese a
lo cual la mayoría está en manos privadas que han hecho fabulosos negocios
inmobiliarios a costa de todos.
Estos ecosistemas son contemplados también en otras norma; La Ley General del Ambiente Nº 25.675, en sus
artículos 1º y 2º establece los principios rectores de la gestión ambiental y en
el artículo 3º dice que: sus disposiciones son de orden público, operativas y
se utilizarán para la interpretación y aplicación de la legislación específica
sobre la materia.
Sumemos también el Código Civil, que
dispone el carácter de bienes públicos (inalienables e imprescriptibles) de
dichos territorios. Con todo este bagaje de normas, si no fuera por la inacción
estatal, la protección sería total.
Para mayor comprensión, vale citar el Decreto
Nº 7317 del 5-10-1967, de la Provincia. de Santa Fe l que estableció normas
para planes estructurales de desarrollo urbano tendientes a evitar el
crecimiento deficiente. Ese Decreto sabiamente establece: “No se admitirán extensiones de usos urbanos en áreas comprendidas en
antiguos lechos de ríos o arroyos, no exentas de inundaciones,...”. “Tampoco se
admitirán extensiones de usos urbanos en lechos de crecidas ordinarias o
extraordinarias, ni en áreas afectadas por posibles inundaciones cíclicas.
Igualmente, en las franjas marginales de erosión y arroyos.” Igualmente
veda las actividades industriales y productivas en esas áreas.
Estas previsiones fueron echadas en el
olvido, merced a la presión del dinero y los fabulosos negocios inmobiliarios
realizados, comprando terrenos sin valor venal (pero sí ambiental) y
revendiéndose a precio de loteos urbanos, previo pago por parte de toda la
comunidad, de obras de defensa. No solo en el litoral se avanza
inconscientemente sobre los humedales. Podríamos abundar en los casos de Nordelta, de
nuestras costas rioplatenses y tantos otros.
El oportunismo de algunos estará a la
orden del día y miles de hectáreas de humedales seguirán desapareciendo,
producto del desecamiento y rellenado de los canales, los murallones de defensa
y todo emprendimiento que le deje mucho dinero a sus impulsores.
Los que nunca prestaron atención a estos
ecosistemas, hoy se sacan chispas para ver quién es más papista que el papa y
presentan infinidad de proyectos de ley, como si la ley solucionara los
problemas, Para evitar estos desastres
hay que tener decisión y voluntad política de hacerlo y no ponerse a actuar
sobre la leche
derramada.
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