HUMEDALES, NEGOCIOS Y FALTA DE DECISIÓN POLÍTICA

(3/02/2022 – fuente: profesor Ricardo Luis Mascheroni )- En  distintas partes de nuestro país existe un ambientalismo espasmódico, que frente a un
hecho que afecta al entorno y reproducido hasta el cansancio, genera colectivos de repudio y que, pasado un tiempo desaparecen.

Para el abordaje del tema, debemos conceptualizar el “qué son”.  Y para ello apelaremos a la Convención de Humedales realizada el 2 de Febrero de 1971 (hace51 años) ratificada por la Ley Nacional Nº 23.919, por la que se establece la importancia y la necesidad de protección de los humedales.

Esa Convención, en su artículo 1 párrafo 1, dice: “ se consideran humedales a extensiones de marismas, pantanos y turberas, o superficies cubiertas de aguas, sean éstas de régimen natural o artificial, permanentes o temporales, estancadas o corrientes, dulces, salobres o saladas, incluidas las extensiones de agua marina cuya profundidad en marea baja no exceda de seis metros”. “Podrán comprender sus zonas ribereñas o costeras adyacentes, así como las islas.”

Vemos que estos ecosistemas son zonas húmedas, que salvo contingencias extremas, como las producidas en los últimos dos años en nuestro litoral,  nunca pueden ser destruidas por el fuego.

Los humedales están desapareciendo a pasos agigantados, no por el fuego natural o intencional, sino por el incumplimiento de toda la normativa existente y la falta de celo del Estado. Según estudios realizados, desde el año 1900, la humanidad  ha destruido el 64% de los humedales, y no sólo frente al litoral argentino y nuestras costas del Rio de la Plata.  

Tamaña desaparición es producto de la deserción del Estado, la impunidad de los desarrolladores inmobiliarios y las actividades productivistas agrícolas ganaderas, no sólo en su función originaria, sino también para el patrimonio nacional, ya que la mayoría de esas tierras, de conformidad a la ley, son bienes públicos del Estado destinados al uso y goce de todos los ciudadanos, no apropiables por los particulares, pese a lo cual la mayoría está en manos privadas que han hecho fabulosos negocios inmobiliarios a costa de todos.

Estos ecosistemas son  contemplados también en otras norma;  La Ley General del Ambiente Nº 25.675, en sus artículos 1º y 2º establece los principios rectores de la gestión ambiental y en el artículo 3º dice que: sus disposiciones son de orden público, operativas y se utilizarán para la interpretación y aplicación de la legislación específica sobre la materia.

Sumemos también el Código Civil, que dispone el carácter de bienes públicos (inalienables e imprescriptibles) de dichos territorios. Con todo este bagaje de normas, si no fuera por la inacción estatal, la protección sería total.

Para mayor comprensión, vale citar el Decreto Nº 7317 del 5-10-1967, de la Provincia. de Santa Fe l que estableció normas para planes estructurales de desarrollo urbano tendientes a evitar el crecimiento deficiente. Ese Decreto sabiamente establece: “No se admitirán extensiones de usos urbanos en áreas comprendidas en antiguos lechos de ríos o arroyos, no exentas de inundaciones,...”. “Tampoco se admitirán extensiones de usos urbanos en lechos de crecidas ordinarias o extraordinarias, ni en áreas afectadas por posibles inundaciones cíclicas. Igualmente, en las franjas marginales de erosión y arroyos.” Igualmente veda las actividades industriales y productivas en esas áreas.

Estas previsiones fueron echadas en el olvido, merced a la presión del dinero y los fabulosos negocios inmobiliarios realizados, comprando terrenos sin valor venal (pero sí ambiental) y revendiéndose a precio de loteos urbanos, previo pago por parte de toda la comunidad, de obras de defensa. No solo en el litoral se avanza inconscientemente  sobre los humedales.  Podríamos abundar en los casos de Nordelta, de nuestras costas rioplatenses y tantos otros.

El oportunismo de algunos estará a la orden del día y miles de hectáreas de humedales seguirán desapareciendo, producto del desecamiento y rellenado de los canales, los murallones de defensa y todo emprendimiento que le deje mucho dinero a sus impulsores.

Los que nunca prestaron atención a estos ecosistemas, hoy se sacan chispas para ver quién es más papista que el papa y presentan infinidad de proyectos de ley, como si la ley solucionara los problemas, Para evitar estos desastres hay que tener decisión y voluntad política de hacerlo y no ponerse a actuar sobre la leche derramada.