Los partidos políticos: Instrumentos de la Democracia.

CARTA DE LECTORES

 Hacia fines de 1982 y con la desgracia de Malvinas como

disparador, escoltando el final de la sangrienta dictadura los partidos políticos vuelven a protagonizar la vida cívica del país.

  En poco tiempo y con fuerza titánica la militancia política corre por doquier, así las pintadas con cal y ferrite inundan las paredes, las fichas de afiliación son llenadas sin demora, los locales partidarios vuelven a brillar y la discusión política hasta entonces clandestina vuelve a ser pública. 




El cierre de campaña de los entonces partidos políticos mayoritarios llenaron por igual la 9 de Julio, y el júbilo fue generalizado. El vigor de los partidos políticos excedió el ´83, llegando en varias ocasiones a unir al entonces oficialismo con la oposición en defensa del sistema democrático, vale recordar la triste Semana Santa, entre otras.

  En aquella época encontrábamos a organizaciones políticas fuertes, resurgiendo del encierro obligatorio, con discusión interna tanto ideológica como electoral, con un poder movilizador envidiable y con un fuerte compromiso militante. 




  La reforma de la Constitución Nacional de 1994 reconoce a los partidos políticos dándole así el anclaje constitucional fundamental frente a aventuras de facto, estableciendo en su art.38:

Los partidos políticos son instituciones fundamentales del sistema democrático. 

Su creación y el ejercicio de sus actividades son libres dentro del respeto a esta Constitución, la que garantiza su organización y funcionamiento democráticos, la representación de las minorías, la competencia para la postulación de candidatos a cargos públicos electivos, el acceso a la información pública y la difusión de sus ideas. 

El Estado contribuye al sostenimiento económico de sus actividades y de la capacitación de sus dirigentes.

Los partidos políticos deberán dar publicidad del origen y destino de sus fondos y patrimonio.

  Las sucesivas crisis por las que atravesó nuestro país los fueron poniendo a prueba, con resultados poco saludables en cuanto a su funcionamiento y gravitación política, aquella madurez esgrimida en la vuelta a la Democracia se fue ocultando, al tiempo que cuestiones esenciales como la de los DDHH se fue consolidando y la “aventura política y sus aventureros” iniciaron su acecho con la idea del corto plazo, concentración de poder y acumulación de riquezas.

  La fragilidad de los partidos políticos acompañada por una legislación que la favorece hace necesario e impostergable la toma de conciencia de la dirigencia y la militancia respecto al fortalecimiento del instrumento de la Democracia, al decir de Raúl Alfonsín. Conceptos de legitimidad, territorialidad, compromiso ético, periodicidad de mandatos, representatividad, necesitan ser las raíces de todo sistema político. La vigorosidad de aquel instrumento deviene necesaria no solo a la hora de un acto electoral sino y fundamentalmente en oportunidad de ejercer el Poder.

  Todo partido político bien nacido resulta habido de debate interno, despliegue territorial y representatividad suficiente para ser polea de transmisión con la sociedad a quien pretende representar, solo así definen su destino tal como los constituyentes interpretaron.

  La posibilidad de alianzas electorales requiere fortaleza conceptual y ética, por lo que necesidad de partidos políticos íntegros es necesaria para evitar nuevas frustraciones y estafas al electorado. Solo un órgano político con vida propia y reglas claras resulta capaz de enervar y mantener un proyecto político ya desde el oficialismo u oposición. –

Dr. Juan Jorge Villa

  Abogado