UNA BRILLANTE MUJER

(7/03/2012)- En estos tiempos de permanentes reclamos y cruzadas acusaciones, donde la confrontación de pensamientos, en lugar de enriquecer las situaciones, parece alentar los desencuentros, nuestra argentina se debate estérilmente. Es como si la salida de aquel túnel de Sábato, se alejara al compás de comparsas que no danzan para todos.

Es preciso que surjan impulsos de concordia que sirvan para escucharnos los unos a los otros y, aún en el disenso, todos y todas podamos encontrar una realidad que nos acerque a la ventana de salida. De lo contrario, solo estaríamos combatiendo al más preciado bien que los argentinos de las últimas décadas logramos alcanzar, que es la vida en democracia; logro éste a costa de luchas, sangre y terrores que no deben ni pueden volver a repetirse.
Si las luchas armadas terminaron y oficialmente se asegura un futuro que no admite armas, por qué insistir en una desgastadora contienda verbal que solo da lugar a interminables acusaciones, negaciones y desmentidas, muchas de ellas rayanas en el infundio. No se trata de hacer silencio para no quedar esclavos de las palabras. Saber medirlas y no desvirtuar la verdad, es el camino que permitirá evitar males irreversibles.
Y así como recordamos al siempre vigente Ernesto Sábato, resulta oportuno también, repasar las frases que dejó al mundo aquella brillante mujer rusa, a la que le tocó vivir desde los tiempos de los Zares, pasando por la revolución bolchevique, el stalinismo, el comunismo posterior y hasta la Rusia de los ‘80. Alissa Zinovievna (1905-1982) conocida por el pseudónimo de “Ayn Rand” escribió:
"Cuando adviertas que para producir necesites obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebes que el dinero fluye hacia quienes no trafican bienes, sino favores; cuando percibas que muchos se hacen ricos por el soborno o influencias, mas que por el trabajo y que las leyes no te protegen contra ellos sino que, por el contrario, sean ellos los que estén protegidos contra ti; cuando repares que la corrupción sea recompensada y la honradez se convierta en un auto sacrificio, entonces podrás afirmar, sin temor a equivocarte, que tu sociedad estará condenada." AYN RAND (1950).