FOGONES PARA TODOS...

(11/09/29011)- Y volvieron los FOGONES DE BERNAL, a los que año tras año, de fiesta mayúscula solo les va quedando la tipografía que utilizamos para anunciarlos. Ya hemos dicho bastante en nuestra nota del año anterior.

Mucha gente como siempre, mucho público de todos lados que llega a degustar los clásicos choripanes, empanadas y la cada vez menor variedad de comidas tradicionales. El concepto de “fogón” va quedando resumido a puestos de expendio de comidas y bebidas sin alcohol -a diferencia de la Fiesta de la Colectividades, donde se consume alcohol sin límites- En los Fogones de Bernal, junto a los mostradores, en escenarios con mayor o menor ornamentación no competitiva, se ofrecieron números de canto, baile, danzas y música en un altísimo nivel artístico, lamentablemente desaprovechado por la organización. Mientras que en un escenario descollaba el reconocido juglar criollo Jorge Morales, en otro, cercano y casi al unísono, prestaba su valiosa colaboración solidaria el exquisito tenor Marcelo Gómez. Y así en general ocurrió con otros intérpretes de valor, artistas que se ofrecieron de corazón, soportando el sonido de fondo de todos y cada uno de los demás escenarios.
No obstante, la gente fue, la gente no faltó, tal vez ante la expectativa de que este año alguien hubiera puesto una mano piadosa sobre los ya históricos Fogones de Bernal.
Con una cantidad de asistentes casi igual a la que los hizo descollar en épocas de escuelas públicas, de pueblo latiendo, viviendo la emoción de compartir el fin común de recrear la esencia de la argentina que todos llevamos adentro. Esa misma cantidad de asistentes tuvo una muy buena oferta artística, y también muestras y promociones que deslumbraron con una piscina con ventanas traslúcidas para ver a los buzos sumergidos, y la sentida presentación de los veteranos de Malvinas, mostrando el horror y el dolor de aquella guerra demencial. Esa misma cantidad de asistentes tuvo también, plazoleta de por medio, un festival paralelo de vendedores ambulantes y manteros que ofrecían toda clase de artículos, a los que el público, incluido el propio Intendente Municipal, tuvo que esquivar para no pisar sus mercancías.
Y pasaron una vez mas los FOGONES DE BERNAL, añorando aquellos tiempos de participación de las escuelitas públicas, con sus cooperadoras, padres y familias enteras que aún sin posibilidades de competir con otros establecimientos económicamente poderosos, vivían los fogones como algo auténticamente propio. Todo aquello quedó atrás, “solucionado” por un singular criterio de evitar las desventajas eliminando la competencia, en lugar de buscar la alternativa que permita volver a tener fogones para todos…