CASTA NO HAY UNA SOLA
Tomando un punto intermedio de la historia polÃtica de nuestro paÃs, nos encontramos con que antes de que se hable de castas, se supo de ciertas acciones de clientelismo (palabra hasta entonces todavÃa no empleada) como fueron las cartas escritas por don Juan Manuel de Rosas durante su perÃodo de poder (1835-1852) en las que aconsejaba a su esposa, doña Encarnación, que no descuidara a los pobres, que los visite, que los ayude y aliente “porque los beneficios que de ellos se obtengan, siempre serán superiores al gasto que en ellos se disponga”. Seguramente que Rosas no habrá sido el inventor del clientelismo polÃtico, pero sus consejos bien podrÃan haber sido una estrategia para sustentar dominación o sistema de asegurar la permanencia en el poder.
Asà la historia fue transcurriendo y ya en épocas siguientes se habló de otras formas de caudillajes. Algunos por el uso de la fuerza, otros con apoyos de “referentes” (también llamados compadritos, matones o malandras) que ayudaban a la obtención y mantenimiento de los poderes de turno.Estas formas de posibles castas quedaron documentadas con las crÃticas a los gobiernos conservadores de aquellos tiempos.
A éstos le siguieron los radicales de antaño, con la transformación en el sistema llamándolos “punteros”, que hacÃan el mismo trabajo, reclutando adherentes, convenciendo a los votantes y demás, todo para el mantenimiento de una causa que, mas allá de sus virtudes o defectos, actuaron siempre con el fin de mantener posiciones . Cada cual con sus métodos, se alternabanen en el poder, entre el Yrigoyenismo y el conservadurismo de Justo, con Fresco en el conurbano bonaerense, mientras que otros caudillos de otras provincias lo hacÃan -y lo siguen haciendo- en sus feudos.
Y cuando llegó Perón al poder (1946) encontró la mesa servida para continuar innovando en esa “casta” del poder polÃtico con sus “jefes de manzana” “unidades básicas” y el soporte fundamental de la “Fundación de Ayuda Social Eva Perón”.
Esta rápida recorrida por algunos perÃodos de nuestra historia, debe servir para reflexionar sobre la realidad de los últimos setenta años, donde las distintas “castas” (y por que no bandas) no son difÃciles de encontrar.
Por ejemplo; las Federaciones y Confederaciones de dirigentes sindicales, surgidas de aquella polÃtica que prometió, con ellos, defender los derechos los trabajadores. Determinados sectores del empresariado, que en connivencia con los siempre aparecidos oportunos funcionarios de turno permanecen negociando para lucrar con el dinero del Estado, en lugar de progresar con el fruto del trabajo genuino.
Estas reflexiones afectarán intereses, a los que por el bien de la República no se les debe temer, pero es ineludible relacionarlas con hechos recientes, como el espectacular paro de transportes públicos de pasajeros dispuesto por la UTA, en reclamo de aumentos a los choferes.
Si la intención fuera solo reclamar a quienes no pagan lo que deben, porque lo que recaudan lo derivan a otros intereses. Una forma clara y directa del relamo, serÃa circular sin cobrar boleto. Con esto no volcarÃan el peso de sus derechos sobre los derechos de los 4.000.000 de usuarios, vÃctimas de esos paros. Lo mismo vale para los “metrodelegados”.
Esta actitud, no ha sido mas que una acción extorsionadora, convenida por dirigentes gremiales con empresarios privilegiados que reciben cuantiosos subsidios del Estado para mantener un irreal costo polÃtico del boleto, en este conurbano bonaerense; tradicionalmente definidor de resultados electorales.
Para una mejor interpretación, vale recordar estadÃsticas veraces que muestran cómo hasta 2003, no existieron subsidios estatales para el transporte de pasajeros. En 2015, el Estado subsidiaba el 77 % de estos servicios. En 2019, los subsidios bajaron al 63 % y ahora en 2023 estos subsidios llegan al 88 %. Repetidas situaciones sintetizadas genialmente por el politólogo Lucas Romero: “El Estado quejándose de la queja de empresarios subsidiados por el Estado, que se quejan porque el subsidio estatal al transporte de pasajeros se volvió insuficiente por la inflación que genera el Estado por su insolvencia fiscal, que es la que impide subsidiar al sistema”.
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