UN NUEVO LUGAR PARA LAS MUJERES
(8/03/2022- fuente: Obispado de Quilmes) - El documento par
a el discernimiento comunitario de la primera Asamblea Eclesial de Latinoamérica y el Caribe, comienza con este tÃtulo el apartado dedicado a las mujeres “Un nuevo lugar para la mujer en la Iglesia y en la sociedad”. Comenzamos este texto en el que pretendemos hacer una pequeña reflexión con motivo del dÃa internacional de la mujer, con el mismo tÃtulo pero en plural: Un nuevo lugar para las mujeres.Es un buen
momento para pensar este nuevo lugar, porque de hecho toda la humanidad en general
y las mujeres en particular, estamos en un nuevo lugar. La Pandemia del
Covid-19 ha reconfigurado todo: la vida familiar, laboral, la educación, la
economÃa. Luego de dos extraños años, muchos y muchas tenemos la sensación de
tener que comenzar todo de nuevo, pero de otra manera. “¿De qué forma?” Nos
preguntamos. “De la forma que podamos”, nos respondemos. En muchas instancias
la misma realidad nos va marcando el rumbo de la necesidad. Muchas personas
perdieron su trabajo, las economÃas mundiales se estremecen con focos violentos
en distintos lugares, hay movimientos polÃticos y sociales que nos marcan un
horizonte incierto, todo repercute en la vida cotidiana e impacta más fuerte en
los y las más vulnerables de nuestras comunidades.
El documento
para el discernimiento comunitario, recoge los dolores de las mujeres en el
presente de Latinoamérica, pero también sus alegrÃas y esperanzas. Vamos a
retomar en este texto esos aspectos y los aplicaremos a nuestra realidad de
Iglesia en Argentina.
Lo que duele:
evidentemente, tanto en nuestro paÃs como en la región, lo que más duele a
nivel social es la exclusión, la discriminación y las inequidades. Observamos
un doble discurso: mientras es “polÃticamente correcto”, hablar de mujeres y
género, en la vida cotidiana las inequidades persisten y no siempre los
anuncios se plasman en mejoras concretas en la vida de las mujeres,
especialmente en la vida de las mujeres pobres.
A nivel
eclesial, en la asamblea las mujeres fueron bastante unánimes en afirmar: en
las estructuras institucionales de la Iglesia, si el laicado en general está
marginado, las mujeres lo estamos aún más (incluidas las religiosas que son
laicas en el sentido de no tener estado clerical). Se afirma también que las
mujeres llenamos los templos y animamos la pastoral, pero no estamos, en
general, en los lugares dónde se toman las decisiones.
Lo que da
esperanza: a nivel social hay una conciencia de equidad que crece y es
irrefrenable, eso sólo puede aumentar. De hecho, de más en más las mujeres
vamos tomando lugares de participación y liderazgo en las distintas esferas de
la vida social. Las mujeres avanzamos y hay reconocimiento de nuestros aportes.
A nivel
eclesial, hay avances en la inclusión y en la participación. La fuerza y la
participación de las mujeres en las estructuras va generando espacios y muchos
nos hacen lugar. No es menor el hecho de que algunas de nosotras tengan puestos
de liderazgo eclesial a nivel nacional, regional y global. Son pocas, son
algunas, no alcanza, pero simbólicamente es fuerte el cambio. Marca un hito que
difÃcilmente se desmarque.
¿Y de aquà para adelante?
Mucho por hacer, enumeramos algunas tareas
prioritarias: -
Acompañar y promover a las mujeres más pobres y excluidas. A ellas el covid les
profundizó las heridas de la violencia doméstica, de las necesidades básicas
insatisfechas: alimento, vivienda, educación, trabajo. Todos y todas tenemos
que hacer foco en ellas y en sus hijos e hijas.
-Seguir trabajando el tema de los abusos en la
Iglesia: abusos sexuales pero también de poder y de conciencia. Una vez que
avanzan las denuncias en los organismos eclesiales, es imperativo avanzar
también en el cambio cultural y en la aplicación de normas para la protección
de menores y adultos vulnerables, conversar mucho sobre lo que significa la
manipulación de las conciencias y el abuso de poder. Esto involucra el trabajo
por deshacer estructuras clericales y machistas.
- Fomentar el protagonismo de las mujeres en la
Iglesia, que comienza por darle voz a las mujeres más postergadas de las
comunidades (por edad, condición social, etc). Dichas mujeres no suelen
compartir sus experiencias y saberes. Escucharlas las visibiliza y aporta valor
a toda la comunidad. - Procurar
la educación de las mujeres. Don precioso que una vez recibido, no se puede
quitar. Posibilitar que culminen la escuela primaria y secundaria. Que las que
asà lo desean, reciban educación superior. En las comunidades eclesiales,
darles formación y capacitación. Formación teológica, pastoral, espiritual. La
visibilización y el protagonismo se dan solos cuando hay formación.
- Participar en los trabajos preparatorios del
sÃnodo. Si no fuimos invitadas, vayamos a la parroquia y digamos “quiero
participar”, quiero hacer camino con la comunidad (eso significa sÃnodo).
Leamos el documento preparatorio
(https://www.vaticannews.va/es/vaticano/news/2021-09/texto-leido-en-espanol.html)
y acerquemos nuestras inquietudes a la parroquia.
Francisco nos está proponiendo la reforma de la
Iglesia, lo cual no significa hacer otra Iglesia, si no ser Iglesia de otra
manera, más sinodal y participativa y allà todas y todos tenemos algo que
aportar. Sigamos caminando juntas, juntos, que de eso se trata.
Nuestro corazón y nuestra oración se vuelven hacia
quienes sufren a causa de la guerra en Ucrania, especialmente hoy nos
solidarizamos con todas las mujeres que están emigrando o sosteniendo a su
familia en medio del conflicto. Pidamos al Señor para que pronto termine la
guerra.¡Feliz dÃa a todas las mujeres!
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