AQUEL 29 DE ABRIL DE 2003.-
(27/04/2021-CARTA DE LECTOR) – “ A 18 años de la mayor calamidad sufrida por la ciudad de Santa Fe, es necesario evocar lo
ocurrido, no para alimentar odios, rencores o venganzas, sino como medio para la toma de conciencia, de darse cuenta, de saber, en definitiva, como actitud de vida y proyección hacia el futuro.
Abril
de 2003 fue mucho más que el desborde del rÃo Salado; fue un antes y un después
en la vida de miles de santafesinos, que vieron que, como consecuencia de la
imprevisión e irresponsabilidad de los que debÃan velar por su seguridad,
se le escurrieron de las manos: sueños, afectos, seres queridos, historias e
ilusiones compartidas.
Fue
también, un tiempo de consolidación de impunidad, silencios, complicidades y
olvidos interesados, por parte de quienes debÃan dar respuestas a las angustias
de tantos. 18 años no son nada en el devenir de los pueblos, pero son un
montón, para aquellos que hemos padecido tantos dolores, sin siquiera ver una
condena ejemplar de parte de quienes debÃan impartir justicia.
Justicia,
que también estuvo anegada por una trama de lealtades, una lentitud exasperante y poco valor desde
el punto de vista de la equidad.
Frente
al papel, me siento impotente para describir, en unas pocas lÃneas, los gritos
ahogados, las frustraciones, los dolores del alma que no curan y la sinrazón de
los hechos.
Quizás,
los recuerdos capten en su mayor significado y dimensión el desastre y revelen,
lo que mis palabras no pueden, dejando como testimonios sensibles, lo cotidiano
y querido transformado en basura, los sueños interrumpidos, los desgarros sin
cicatrizar y la angustia ante lo inexplicable.
También
exhibirán la solidaridad hacia el otro, el compartir, la fuerza para levantarse
ante las zancadillas y seguir adelante, con los dientes apretados y dejando
como enseñanza de vida, que se puede.
Quienes
padecimos esta lamentable experiencia y que hicimos de los techos nuestra isla
salvadora, sabemos que los ojos, los rictus y los rostros fueron y son fieles
testigos de cargo, que reflejan lo vivido y que nos seguirán acompañando,
marcados a agua por el resto de nuestras vidas.
Tal
vez a muchos de los responsables de esta calamidad, se los recordará por sus
éxitos electorales, sus buenas posiciones económicas o sus cargos encumbrados,
pero estoy seguro de que no se los recordará por haber contribuido al
mejoramiento de la dignidad y la calidad de vida de miles de santafesinos.
El
prohibido olvidar se debe constituir en una consigna, un testimonio indeleble y
un recordatorio, para pensar, reflexionar y exigir justicia”. Ricardo Luis Mascheroni (docente inundado)
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