DE PERIODISTA A PERIODISTAS
Motivan estas
reflexiones las notas periodÃsticas publicadas los últimos dÃas por los
multimedios “ClarÃn” e “Infobae”, producidas por enviados especiales a la Base
Antártica Marambio, cuyo objetivo inicial era cubrir el recambio de la dotación
anual de esa base permanente.
Quien
esto escribe es un ciudadano argentino que vivió también un año corrido en la
Antártida, que además estuvo en dotaciones de verano y en grupos transitorios
prestando servicios para la Nación en esa región. No porto uniforme porque soy
agente civil de la Fuerza Aérea Argentina, institución en la que llevo décadas.
Entre
las múltiples tareas que uno realiza en la Antártida, también, y dada mi
formación universitaria, efectúo tareas de prensa, siendo además docente
universitario.
Cuando
leà las polémicas notas de referencia, tuve sensaciones encontradas algo más
decantadas luego.
Institucional
y personalmente, procuramos compartir experiencias, imágenes, historias,
acercar “fragmentos” de la Antártida a la ciudadanÃa, a los colegios, con el
fin de divulgar y contribuir a hacer “nuestras” esas historias, que son parte
de la historia argentina. “No se ama lo que no se conoce”, asumimos. La
Antártida promueve valores concretos y de una realidad extrema en aquellos
confines, como la solidaridad, la camaraderÃa, el esfuerzo en pos de un
objetivo nacional, la sinceridad real para sobrellevar una convivencia a veces
ardua, el espÃritu de equipo.
tártida es muy difÃcil, duro, extenuante por momentos. Pero también es,
para muchos de nosotros, un honor, un gran orgullo, un privilegio, un placer, una
gran responsabilidad por la que, luego,
procuramos hacer una “devolución” a la
ciudadanÃa. Para mÃ, civil, es un sincero honor prestar servicios a mi paÃs en
esas regiones, que de alguna manera hoy son la “avanzada”, un teatro de
operaciones asimilable al bélico para las FF.AA., por los múltiples e innúmeros
desafÃos logÃsticos y humanos.
Para
los medios y periodistas que tuvieron el alto privilegio de viajar a la
Antártida, me permito recordarles que nuestro paÃs, con los importantes
problemas económicos y de medios, es uno de los siete Estados que reclaman
soberanÃa en la Antártida. Y que todo acto, u omisión, que allà y aquà hagamos,
repercute en ese reclamo y en la construcción social de ese ideario, y de otras
inclusiones. Me permito recordar, de paso, que la Argentina es el único paÃs
que mantiene desde 1904 presencia ininterrumpida en la región; el primer paÃs
que efectuó una comunicación radioeléctrica desde la Antártida; el primer paÃs
en contar con una pista como la de Marambio, puerta de entrada al continente;
una base argentina tiene una escuela provincial, que en esa base viven un año
familias, niños y jóvenes; que en esa base, Esperanza, se produjo el primer
nacimiento de un ser humano en la Antártida. Que Argentina, desde finales de la
década de 1940, impulsó un plan estratégico que aún hoy es modelo por su
visión.
PodrÃa
llenar páginas con los hitos, operaciones, hallazgos cientÃficos argentinos en
la Antártida, con los muertos en cumplimiento del servicio. PodrÃamos llenar
libros con historias de esfuerzos, aventuras, camaraderÃa, momentos de plenitud
gozando de la naturaleza exquisita, brutal, inmaculada. PodrÃamos referir
historias que son hazañas mundiales, como la llegada al Polo Sur en motos de
nieve, o el primer vuelo transpolar argentino; o el lanzamiento de cohetes
argentinos desde la Antártida; otras historias que deslumbrarÃan a niños,
jóvenes y adultos. Y podrÃamos asistir, con todo ello, a una real construcción
de ciudadanÃa y a motivar a tantos jóvenes a la ciencia y a la aventura.
Pero
no. Señores periodistas (de Clarin e Infobae) ustedes eligieron mostrar, de todo el riquÃsimo abanico de experiencias e
historias, lo menos trascendente y amarillista, tal vez molestos porque a lo
mejor nadie les dijo que un viaje a la Antártida está repleto de variables no
controladas, como el clima entre otras, que pueden postergar un regreso a
varios dÃas, y a veces, semanas. Han tenido el raro privilegio, claro que sin
lujos, no sólo de viajar a Marambio, sino de dormir un par de noches allà y
poder realizar un trabajo etnográfico que miles de cronistas sueñan. Claro, hay
responsabilidades compartidas.
Me
han llegado diversos comentarios y
bromas en relación con lo mencionado en las notas, lo que confirma una vez más
el poder de los sÃmbolos, de ciertas imágenes. Ustedes eligieron enfatizar la trascendencia de repartir preservativos en
Marambio, a narrar el sacrificio de muchos que dejaron hasta su vida allÃ,
como Gustavo Capuccino, a quien vi morir en 2016. Ustedes eligieron contar la
importancia de la carga de preservativos que traerÃa la bodega del Hercules, “un galpón con alas”, incómodo
claro, en lugar de contar que ese vetusto y fiel galpón salvó muchas vidas, y
cómo. En 2017, ese galpón con alas arrojó insumos medicinales en la Base
Orcadas en medio de un operativo de evacuación que un “avioncito” como el Twin Otter concretó, comandado por experimentados
tripulantes.
Ustedes
podrÃan habernos deleitado con tantas impresiones y postales de la Antártida
que despertarÃan la fascinación de millones de argentinos, dado el alcance de
sus medios. Pero no. A nadie escapa que los medios eligen ciertas notas y
enfoques a partir de la lÃnea editorial. Como periodista, uno opina a través de
los enfoques, de la selección que efectúa, del perfil que elige contar, del recorte
de la realidad. Ustedes parecen haber perdido de vista que lo que hacemos y
decimos en la Antártida repercute en el resto del paÃs, en nuestras familias.
Porque el otro lado que no siempre se ve es el de los que se quedan. Nuestras
familias. ¿Qué pensarán las familias de
los invernantes de las bases antárticas a partir de lo que se mostró? ¿Qué
construcciones harán las mujeres, hombres, niños, jóvenes, hijos, madres a
partir de lo mostrado? Durante los cursos preantárticos se trabaja la
comunicación y el vÃnculo distante entre los que se van y los que se quedan, y
la complejidad de ese vÃnculo mediado por varios canales. Una controversia
familiar distante puede provocar serios problemas de convivencia en la
Antártida, que podrÃan desencadenar litigios y hasta alguna compleja y costosa
operación de evacuación. Ustedes deberÃan considerar todo ello, porque un
periodista no es más que un profesional en contexto, y con una visión de
contextos.
Como
comunicadores tenemos responsabilidad, y como comunicador antártico, esa
responsabilidad se multiplica por la red de elementos personales,
institucionales y nacionales puestos en juego en la Antártida.
Todo
lo que aquà expongo corre por cuenta mÃa y asumo las consecuencias de mis
dichos. Como ciudadano, podrÃa esbozar una sonrisa y archivar la anécdota. Como
antártico, sin embargo, me preocupa por las implicancias que estos enfoques
puedan tener.
Sinceramente
les digo que los periodistas ni sus medios han sido dignos del privilegio que
la Argentina les dio. Juan C. Benavente-DNI:
17.420.076.
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