LA PRIMERA VELITA EN LA TORTA DE MARTINIANO



La llegada del momento en que Martiniano Molina soplará la velita de su primer aniversario como Intendente Municipal de Quilmes, nos muestra lo veloz del paso del tiempo.

Ayer nomás se abría un  abanico de ilusiones en torno a una mejor administración de la cosa pública. 

Muchas esperanzas se depositaron en el popular cheff que caía  simpático, con su atlética figura que muchos la miraban por TV.
Ni bien comenzó a perfilarse como posible candidato ganador, la creciente popularidad le hizo perder el apellido... ya era para todos  solamente “Martiniano” poco importaba que llevara el apellido de (Jorge) Molina, ese viejo político de conocidas participaciones en distintas etapas del peronismo local y provincial.                                La filiación peronista de su padre no lo afectó,  a nadie se le ocurrió dudar de la independencia de quién nunca había participado en política.   Martiniano sólo, haciendo gala de su
profesión, logró la receta para ganar y ganó.

Ahora, a un año del éxito de aquello que tan bien supo amasar, con vientos de variadas direcciones  soplará la velita...  tratando  de terminar de cocinar la pesada torta que tiene entre sus manos.

 Estos primeros doce meses transcurrieron entre destapar cacerolas y revolver estofados calientes y al tiempo en que volvía a poner sobre la mesa el plato fuerte del bajo vías de Bernal, agregaba  comidas rápidas y anunciaba  ricos menúes a degustar con el tiempo.                                                                                             La incorporación de tantos ingredientes de distintas procedencias,  algunos ajenos al paladar local,  no siempre le aportaron los sabores esperados a sus platos del día.  Así fue como, apelando a su talento, también probó con recetas familiares que conocía de nacimiento, pero algunos de esos aromas hogareños, no atrajeron como esperaba. A veces hay vientos de bajantes que se llevan todo rio adentro.                                                                                           No obstante, con fuerte demanda y falta de competidores, su empresa sigue prosperando y ya se están formando listas de espera, confiando que su premiada cocina, logrará dar con ese tan ansiado sabor a éxito.  
Claro que tanta preocupación en elaborar, no le dio tiempo para limpiar el resto de la casa .... y  hasta en  eso tiene algún aliciente; ¿viste que la gente ensucia más que antes..?

 Pero el almanaque no se detiene y este año habrá sido el período de gracia, como se estila en los préstamos blandos.    A partir de 2017, Martiniano tendrá que “pagar” la confianza que los quilmeños depositaron en la cocina de primer nivel que les  prometió.
Sean para él nuestros mejores deseos de que no se le apague el fuego ni se le queme la comida y que todos tengamos un muy buen provecho de su gestión.
Y aunque todavía es demasiado pronto, la ansiedad ciudadana, está queriendo saber cuál será el definitivo plato de autor  que satisfaga a más de seiscientos mil vecinos.                                       NORBERTO  GIALLOMBARDO