POLICÍAS Y LA VIDA ATADA CON ALAMBRE
(12/06/2916
- fuente: Hector Gambini “Clarín”)- La
necesidad política del último tramo del gobierno de Daniel Scioli llevó a abrir
el grifo indiscriminado de la incorporación de agentes para mostrar policías en
la calle antes de las elecciones. Tanto
fue así que la última gran camada de agentes de las policías locales -los Pitufos-
salió el 31 de julio del año pasado, cuando todos los ciudadanos de la
Provincia votaban en las PASO del 9 de agosto. La orden que bajaba de la
Gobernación era precisa: los nuevos agentes debían caminar las avenidas
comerciales de cada localidad del conurbano. Tenían que verlos... Más
que los ladrones, los votantes. De cada 100 postulantes, entraban 96-
Como prueba de esa disposición,
se traduce el diálogo de un postulante con la autoridad de recepción: “¿Edad? -42 años. -¿Experiencia
en alguna fuerza de seguridad? -Ninguna. -¿Motivo de la postulación? -Necesito
un trabajo...
-Bien,
llene estas planillas y déjelas en esa ventanilla... bienvenido a la Policía
Bonaerense!
Tres de cada diez ingresados tenían entre
30 y 37 años, cuando la ley de la Policía dice que el techo
máximo para el ingreso son los 25 años .
Una
encuesta interna en la Bonaerense que encargó el ministro de Seguridad Cristian
Ritondo detectó que había policías que no habían disparado una bala en los
últimos tres años. Directamente no tenían entrenamiento. Otros
policías patrullaban las calles más calientes del conurbano con dos balas en el cargador de la 9
milímetros, porque en la comisaría no tenían más.
Si es
sistemático no es un error. Si es una política de Estado, es negligencia
criminal.
Cuando
el arma de un policía bonaerense se traba o se rompe, se las mandan a arreglar
a los oficiales armeros expertos en el tema. Para los 86.700 policías actuales
-y sus 86.700 armas reglamentarias- hay, en este momento... cuatro
especialistas armeros. Es
la vida la que queda atada con alambre.
La nueva
administración de la Seguridad en la Provincia afirma que ninguno de los 18.000
policías locales "los Pitufos"
superó los 50 tiros a lo largo de sus escasos seis meses de formación. Hicieron
ocho tiros por mes, como máximo. Gente que hasta ese momento no había apretado
el gatillo ni de una pistola de agua. Los expertos coinciden en que nadie
aprende a tirar con esa experiencia.
Como no
aprendieron a tirar, tampoco aprendieron a limpiar las armas. Esa es la razón
por la que muchas se traban y terminan en la inacabable lista de espera de los
cuatro armeros.
Con los
autos policiales sucede algo similar. De los 14.000 vehículos que tiene
registrado el Ministerio de Seguridad de la Provincia, apenas 6.000 funcionan
efectivamente en la calle todos los días. Esa cantidad debe cubrir el
patrullaje en 1.400 cuadrículas. La cuenta es fácil: sólo cuatro autos por
cuadrícula. Dos cada 12 horas, para cubrir tramos que muchas veces superan las
50 manzanas.
Los vehículos son conducidos por policías que no tienen registro
profesional, y que en pocos años pasaron de manejar un Chevrolet Corsa a una
pickup Toyota, pasando por una Ranger y una Amarok. Naturalmente, no es lo
mismo una persecución con un Corsa que con una camioneta 4x4, de modo que
tampoco es casualidad que hubiese este año una seguidilla de víctimas atropelladas
por coches policiales.
En las
escuelas de Policía tampoco controlaron cómo conducen: un patrullero de la
Bonaerense volcó en Pinamar mientras
hacía una tranquila ronda de vigilancia. Créase o no, cuando volcó iba a sólo
42 kilómetros por hora.
"La
gente no ve cuando un policía se capacita, pero es la manera de dar más
seguridad real", dijo la
gobernadora María Eugenia Vidal, cuando su ministro Ritondo explica que ahora
los cursos serán de 9 meses y
que ya compraron polígonos virtuales para prácticas de tiro y simuladores de
manejo de vehículos. Sostiene que "un policía bueno vale por diez", y
habla de "las medidas sociales" como complemento indispensable para
bajar la inseguridad.
Vidal
sabe que en la Provincia que gobierna desde hace seis meses cuatro de cada diez presos que salen de
la cárcel vuelven a delinquir, y que el Estado no alcanza a
actuar sobre ellos para prevenir el segundo delito. Eso se traduce en muertes
que indignan: en los últimos casos de asesinatos en robos con gran repercusión
social, como el del futbolista de Nueva Chicago en Monte Grande, actuaron
ladrones que o debían estar presos o acababan de salir
en libertad. "Necesitamos que nos acompañen los
jueces", dice la gobernadora. Para ella, la reforma en la
capacitación policial "es la medida de fondo más importante que podemos
tomar para mejorarle la seguridad a los vecinos".
Si la
Academia de Policía no enseñó a disparar, ni a manejar, ni fue rigurosa con la
capacitación ni la edad de los egresados, ni hizo informes socio ambientales
sobre los postulantes, la escuela de la calle será infalible y terminante.
Quien quiera, ahí aprenderá rápido los atajos hacia la plata fácil con la
ventaja de ir por la vida con arma y uniforme.
Asuntos Internos
de la Bonaerense detectó también media
docena de casos en que asaltantes "disfrazados" de policías robaron
casas y comercios. Eran hermanos, primos o amigos de policías
locales (Pitufos), que se llevaban
prestados de sus casas el arma y el uniforme. Y más aún: uno de los Pitufos egresado con pompa y honores
tenía antecedentes penales. El Estado lo uniformó, lo armó y lo
mandó a cuidar a los vecinos.
Ahora el Gobierno anuncia que gendarmes y policías federales volverán al
conurbano para reforzar la seguridad, por un insistente pedido de los
intendentes. Los intendentes son los que tienen a su cargo a los Pitufos......
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