NUNCA VISTO EN BERNAL


(10/11/2012)- Cuando una masa de pueblo se manifiesta, siempre lo hace detrás de una consigna. Cuando esa consigna no tiene conductores, referentes o líderes, entonces  se trata de una reacción que con aciertos o errores en su forma de expresarse, va detrás de una consigna tácitamente enclavada en todos y cada uno de los manifestantes.

Lo ocurrido en Bernal el 8’N, es una muestra de que la disconformidad ha llegado a una instancia nunca vista en  nuestra ciudad. Expresada en carteles, pancartas, cacerolas, tambores, campanas, cornetas, bocinas, banderas (únicamente argentinas) e infinitos elementos surgidos del ingenio. Esa masa de vecinos, calculada en el orden de mil quinientas personas o tal vez más, no fue una “protesta sin propuestas”, como se apresuró en calificar el vecino nativo de Quilmes; ex intendente, ex ministro provincial, ex legislador provincial, ex ministro nacional y ahora; Senador Nacional y  presidente del Quilmes Atlético Club, Aníbal Domingo Fernández.

La concentración inicial en Belgrano y Zapiola, comenzó casi una hora antes de la anunciada por las redes sociales y el boca a boca vecinal.  Allí fue creciendo en cantidad y fervor, sin miedos, como lo decían algunos de los tantos carteles enarbolados. Ese fervor lo llevaron a esa esquina hombres y mujeres de la zona, de todas las edades y condiciones sociales. Ninguno de ellos obligado por nadie, pero sí motivado por un todo que hace concentrar la bronca adentro de cada uno. Quienes conocen de cerca a muchos vecinos, pueden dar fe que estuvieron  presentes todos los niveles socioeconómicos que conforman el tejido urbano de nuestra reducida región.  Quienes tienen la valentía de expresarse objetivamente, pueden dar fe que la propuesta estuvo latente en todo momento, en esa esquina inicial, y en la larga marcha por la avenida Belgrano, la calle 9 de Julio, la avenida San Martín y la avenida Zapiola, para volver a la emblemática esquina de la Iglesia, donde se cantó el Himno Nacional y se produjo la desconcentración en orden. El mismo orden que reinó en las simbólicas paradas de Belgrano y 9 de Julio y en la avenida San Martín y 9 de Julio.

Si el señor Senador Nacional quisiera reunir detalles, muchos bernalenses podrán contarle que entre otras cosas, el reclamo vecinal  propone una ciudad limpia, ordenada, justa y segura. Un Hospital  que funcione (expropiado por Ley, pero nunca pagado el reclamo judicial).  Un, paso bajo vías; licitado en 2010 que solo existe en las incontables fechas de iniciación prometidas y nunca cumplidas. Una remodelación del boulevard de la avenida Dardo Rocha; no terminada ni mucho menos mantenida o cuidada.  Una avenida Calchaquí transitable para vehículos y peatones, que siendo vía urbana no es tenida en cuenta como tal ni como ruta. Un basta a la abusiva ocupación de la vía pública para fines privados. Otro basta a la desatención y el desprecio de ciertos altos funcionarios, hacia los vecinos que concurren a reclamar por el incumplimiento a los deberes básicos delegados en servidores públicos que en nada sirven a la comunidad que les paga.  Calles sin roturas, que hacen peligrar a quienes las transitan, ni tampoco pavimentos denominados como tales pero que en realidad son una fina y costosa capa de material bituminoso.  Servicios Públicos eficientes y acordes a lo que cada uno aporta a las arcas estatales, que son del Municipio, no de quienes lo gobiernan. Un Distrito conducido con transparencia, con respuestas a todas y cada una de las denuncias de corrupción. Una continuidad del mandato municipal que haga honor a la confianza reiterada por una mayoría que ya no se ve tan conforme y muchos de ellos salieron a reclamar para que se cumpla lo que votaron.

A esta lista que podría resultar muy larga, se le agregan los temas de disconformidad con lo provincial y con lo nacional, comunes a todos los habitantes que cumplen con sus obligaciones mientras ven que con el nombre de “derechos”  buena parte de lo que aportan, se dilapida en dádivas de privilegios que solo apuntan a un clientelismo nocivo para la República y también para una masa de habitantes a quienes las políticas de Estado menosprecian, manteniéndolos en engañoso status de precaria supervivencia, lejano a la natural cultura del trabajo que ha hecho grande a la República Argentina. Esta suma de reclamos es la propuesta que Aníbal hoy no ve, pero que él mismo alentó como propuesta, desde varias elecciones atrás. NORBERTO GIALLOMBARDO