No todo el que discrepa y protesta, fue o es partidario
de la dictadura ni propicia un golpe de estado
Por Hugo Murno, especial para BERNAL.ES
(18/09/2012)- No fui a la plaza, no salà a la calle ni a
cacerolear al balcón, prefiero protestar como mejor se hacerlo, por medio de la
palabra escrita; por algo uno escribe y es periodista profesional. Porque
además no coincido con algunas de las consignas convocantes a la manifestación
de protesta colectiva que se vivió el jueves 13 de septiembre pasado, que
inundó calles y plazas de todo el paÃs, más allá de que el oficialismo y su aduladores
hayan querido ignorarla, negarla, no mostrarla.
Porque eso fue lo primero que se trató de hacer, por parte del
Gobierno y sus seguidores: hacer de cuenta que no pasaba nada, siguiendo aquel
viejo axioma de que “de lo que no se habla no existe”. Ya lo habÃa dicho en su
momento el ex general y dictador sanguinario Jorge Rafael Videla “los desparecidos no están, no existen…”;
tal como el gobierno de esa trágica dictadura que lo tuvo como presidente
dispusiera, en una de sus directivas a la prensa, allá por abril de 1976, que
ERP y Montoneros debÃan “escribirse con
minúscula, para restarles identidad…” (de restar identidad y desaparecer
gente sabÃan mucho aquellos asesinos que usurparon todas las instituciones de
la República). Algo asà como en su momento hicieran los detentadores del poder
tras la llamada Revolución Libertadora de 1955: dispusieron, por el famoso
decreto 4161, que no se podÃa nombrar a Perón ni al Partido Peronista o
Justicialista ni ninguna otra palabra o expresión que aludiera a aquellos.
Quien esto suscribe ha
vivido muchos años bajo gobiernos autoritarios, dictaduras y dictadorzuelos, y
hasta presidentes democráticamente elegidos que se trastocaron en autócratas
cuasi mesiánicos. Años vividos con temor, con miedo, sufriendo restricciones,
prohibiciones y censuras (no pudiendo ver tal pelÃcula o leer tal libro ni
manifestar libremente las ideas propias, sobre todo si tenÃan algún sesgo
izquierdista); este cronista también tuvo temor, miedo, como profesional que
vio muchas veces cercenada la libertad de expresión, y la detención,
encarcelamiento, desaparición y asesinato de muchos, muchÃsimos compañeros
trabajadores de prensa por defender aquella libertad recuperada junto a otras y
a la democracia a partir del 30 de octubre de 1983.
Por eso entiendo y concuerdo con todos aquellos que salieron (o
los que como yo no lo hicieron) el 13 S, a decir en voz alta que no queremos
que nos impongan nada: ni trabas de ninguna naturaleza ni reelección indefinida
de ningún gobernante (la forma republicana de gobierno se caracteriza por la
alternancia en el poder). Ni tampoco que, quien detenta el poder legitimante,
ungido por abrumadora mayorÃa, pretenda imponer sumisión y que se le tanga “un poquito de miedo”.
Por aquello fue por lo que salieron los que salieron y protestaron
(y protestamos), absolutamente autoconvocados, a través de esa nueva
herramienta ciudadana, las redes sociales, superando instancias mediadoras como
podrÃan ser los medios independientes o no adictos, y tampoco siguiendo a
lÃderes o a estructuras partidarias de la oposición que mostraron una ausencia
autista que dice muy bien que están crisis casi terminal. Asà salieron los que
lo hicieron, más allá de que lo hicieran golpeando cacerolas o estuvieran más o
menos mejor vestidos o vivieran en barrios caros o en lugares de clase media,
de cualquier ciudad del paÃs; qué además, ya se sabe: en la Argentina casi el
90 por ciento de la población es urbana y de ella un 76 por ciento pertenece a
la clase media, algo por lo cual uno no debe avergonzarse. Y no es verdad que
todos los que manifestaron el 13 S defendÃan solo sus dineros o protestaban por
no poder comprar dólares. Y tampoco que todos los que salieron defendÃan a la
pasada dictadura ni propiciaran un golpe de Estado, más allá de que hubieran
voces que se expresaran en ese sentido y otras que insultaran soezmente a la
Presidenta de todos y todas los argentinos y argentinas.
No es cuestión de estigmatizar a los que no piensan como uno, la
polÃtica y la vida en democracia no es algo blanco o negro, hay matices, hay
discusiones, hay discensos, hay acuerdos, hay respeto por el otro y por lo que
piensa y/o expresa el otro. Sino caemos en el autoritarismo, en el mesianismo,
en el fundamentalismo; denigrando al otro, y adulando a los propios, más allá
de los desaciertos y aplaudiendo el
despotismo, se va de la mano del populismo directo al fascismo.
Por favor,
reflexionen/reflexionemos: los que no piensan como el actual gobierno no son
enemigos, son personas que quieren otra cosa, nada más que eso; y que tienen/tenemos
derecho a expresarlo. Sin temor a hacerlo. Ni mudos ni sumisos: diferentes.
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