VIVENCIA GENERACIONAL

VIVENCIA GENERACIONAL

(22/02/2024  - por Norberto Giallombardo) -Para quien llega a pisar los umbrales de los 88 abriles y ha transitado más de 65 años trabajando y se siente feliz por haber abrazado la tarea de comunicar los hechos de la vida, no hacen falta preámbulos para expresar sus vivencias.


Pertenezco a la generación de argentinos que no pudo, no supo y no quiso evitar la decadencia de ésta, nuestra República, que tanta sangre, sudor y lágrimas costó forjar desde aquel no tan lejano 1810. 

Y reafirmo que a mi generación no le corresponde derecho a duda, mi generación es responsable de las tres opciones. En ella estuvieron –y siguen estando- los que no supieron y presumieron saber. Los que no pudieron y se quedaron en la impotencia y los que no quisieron y no quieren salir de la decadencia.

La decadencia que perjudica al presente y destruye al futuro, pero ampara a quienes se sirven de ella para sus propios beneficios, aún a costa del sacrificio de los demás. 

Mi generación, a la que pertenezco por fecha de nacimiento, podría considerare como inicio estimativo a partir de l950. De allí en más, mis contemporáneos en uso de razón y derechos sociales, comenzaron a vivir lo que fuera considerado un cambio. Beneficioso para unos y perjudicial para otros. Cada uno tomó el rumbo que quiso sin advertir (salvo desoídas excepciones) que allí comenzaba a arraigarse una grieta sociopolítica que se profundizaría con los años. 

La conquista de derechos postergados fue tergiversándose por una amañada forma de manipulación demagógica que produjo confusión, llegándose a sobredimensionar el valor de algunos cambios y a desatender los reales intereses de la República. 

Fue comprometiéndose el futuro de entonces, que no era otra cosa que la realidad del presente. 

Luego los desencuentros, las asonadas autoritarias, las luchas civiles y hasta una guerra, a cuyos frentes marcharon delirantes cabecillas e inaceptables conductores en busca de intereses ajenos al bien nacional. 

Mi generación carga culpas, porque hasta hoy no ha mirado por encima de aquellos que se amparan en la utopía de militancias que esgrimiendo relatos cargados de populismo discriminador, intentan ocultar corruptelas que agrandan el deterioro general.

Una de las tantas realidades vividas recientemente, nos muestra a esta nueva ola de paros dispuestos por una dirigencia gremial que,viviendo holgadamente de sus dirigidos, se aprovecha de la medida de fuerza (que perjudica a miles de trabajadores de todos los gremios) para comparar la situación actual con monarquías y dictaduras. Siendo que hay dirigentes gremiales que llevan más de treinta años aferrados a sus puestos. Muchos de ellos viven como monarcas y no pocos apelan a recursos condenables para mantener sus poderes. N.G.