ESCALOFRIANTE IGNORANCIA DE QUIENES ESTÁN EN EL PODER
"Wifi para narcos presos, por $200.000 a la semana"
(16/03/2023- por Norberto Giallombardo) -Ante las circunstancias escalofriantes, denunciadas por el reconocido periodista Héctor Gambini (Clarín 14/03/2023) sobre probados privilegios que gozan los presos narcos en las distintas cárceles, asumo mi condición de comunicador y ciudadano argentino para preguntar, al señor Presidente de la Nación, a sus Ministros, a sus numerosos funcionarios , a los Gobernadores provinciales y a los Intendentes; no sabían lo que sabe y difunde Gambini? También convoco a todos los argentinos de bien a sumarse a este reclamo antes que la República se nos disuelva.A manera de colaboración con la supuesta ignorancia de quienes desde el
poder constitucional y desde el poder político, reedito la nota a la que me
refiero:
En el descontrol de las cárceles, los
jefes del narcotráfico compran claves que los mantienen comunicados por
internet.
Los narcos sí tienen señal.
Aquellas dificultades naturales del lugar explican por qué “Guille” Cantero -jefe activo de la banda narco Los Monos de Rosario- tuvo durante mucho tiempo un teléfono fijo en su celda de Marcos Paz.
Así, las comunicaciones con el exterior estaban garantizadas. El sistema más
obsoleto era, en esa cárcel, el más seguro e infalible. Su celda fue allanada,
pero el teléfono reapareció un mes después. Tras la segunda
requisa, ya no tuvo teléfono fijo pero las conexiones con el exterior no
desaparecieron.
Si nadie tiene señal en Marcos Paz, ¿cómo
hacen los narcos?
Uno de los abogados que visita asiduamente el penal
dijo a Clarín que los narcos compran una clave de wifi interna
pagando 200.000 pesos semanales por cada usuario.
“Por eso la clave cambia todas las semanas”, indicó la
fuente.
El precio es vox pópuli dentro del penal porque los
narcos, a su vez, subalquilan esa clave a otros presos por horas. No cualquiera
accede a este beneficio ni de cualquier pabellón. Tienen que ser allegados a los
detenidos por narcotráfico y que a su vez se alojen cerca de
ellos, por el alcance.
La señal con clave no llega a todo el penal y, naturalmente, sigue el
ritmo de la inflación: “Esto empezó en el otoño del año pasado y costaba
la mitad”, amplió la fuente.
Los fiscales que investigan a los narcos no detectaron esta
circunstancia en los allanamientos recientes a Marcos Paz, pero no descartan
que sea el negocio de uno o varios guardiacárceles actuando por su cuenta.
De hecho, hay llamadas y mensajes de whatsapp entre los narcos que no
hubieran sido posibles sin algún tipo de acceso a wifi.
Una investigación de la Procuración hecha por 14
fiscales especializados en narcotráfico advierte que "el uso
compartido de celulares dentro de un penal representa un problema
adicional para la producción de prueba, por cuanto hace más difícil identificar
al usuario real de las comunicaciones".
Y remarca: "No puede dejar de
suponerse una posible connivencia de parte de los agentes
penitenciarios" para facilitar esas comunicaciones de los
presos.
“Es un problema mucho más grave del que parece -amplía otro
abogado que conoce la situación-, porque los narcos terminan pagando en
efectivo y en modo delivery. Le llevan los billetes a la casa del
guardia o funcionario que les vende la clave y por lo tanto saben dónde
vive y cómo se compone su familia. El acuerdo seguirá mientras los
narcos quieran, porque el guardiacárcel comprometido ya no podrá decidir por sí
mismo interrumpir el servicio sin temer consecuencias personales”.
A esas relaciones peligrosas se sabe cómo
entrar pero no cómo salir.
Hace unos días, la justicia ordenó el traslado de un preso de la cárcel
de Piñero, en Rosario, porque había accedido con clave al sistema Nosis de
funcionarios. Sacaba de allí el domicilio de cada uno y mandaba a “apretarlos”
para conseguir lo que quería.
En Rosario llamó la atención que muchos de los guardiacárceles
amenazados no denunciaron lo que estaba pasando. Quizá por temor. Quizá porque
quienes los amenazaban tenían más información sobre ellos
que no convenía que saliera a la luz.
El alcance narco en Rosario y la connivencia con funcionarios y fuerzas
de seguridad llega a la lógica de la lista de muertos en la ciudad.
¿Por qué, entre las víctimas, casi
nunca hay policías? Por que no hay enfrentamientos.L
Las víctimas siempre son civiles y la Policía corre de atrás y suele
llegar cuando ya pasó todo.
“Es criminal que las cárceles federales no tengan inhibidores de
celulares”, dice un fiscal especializado en narcotráfico. Eso depende del ministro
de Justicia Martín Soria. La última locura de esa permisividad es el asesinato
de un joven en Rosario sólo para ser utilizado como cadáver correo.
La principal hipótesis de la investigación es que
esa acción se ordenó desde la cárcel federal de Rawson (donde
están presos miembros de la banda que mandaba el mensaje a los rivales) con la
autorización explícita de Guille Cantero en Marcos Paz.
Sin ese acceso a las comunicaciones libres, la
víctima inocente podría estar viva.
Lo mismo con el frustrado rescate del narco
Alvarado en la cárcel de Ezeiza: el operativo que al final abortaron las
fuerzas de seguridad se había coordinado por whatsapp.
Los especialistas en narcotráfico se preguntan aún
por qué no se aplica en la Argentina un régimen especial de detención para
los narcos, como ocurre en Italia con los jefes de la mafia.
El atentado contra el
juez antimafia italiano Giovanni Falcone, en 1992. Le volaron el auto con
explosivos.
El artículo 41 bis del código
italiano prevé condiciones especiales basadas, sobre todo, en la
incomunicación de los detenidos.
Allí están en celdas individuales, salen al patio una hora por día y de
a uno por vez, y reciben visitas una sola vez al mes. Los cuestionamientos a la
dureza del régimen fueron saldados en la Comisión de Derechos Humanos del
parlamento europeo, que aprobó el régimen para ese tipo de delincuentes en
particular.
La mafia mandó asesinar a los jueces Falcone y Borsellino en los 90, en
Sicilia. Los crímenes se ordenaron desde dos cárceles. “Hay que hacer lo mismo acá, antes
de que vengan por nosotros”, planteó el fin de semana pasado un fiscal
antinarco, entre jueces preocupados que saben que 400 gendarmes más en Rosario
son como una curita para tratar una fractura expuesta de tibia y peroné.
El dibujo de un nene en Rosario retrata la inseguridad en su barrio. El
drama de esa situación que se podría agudizar está en la percepción de Thiago,
un rosarino de 7 años al que la maestra le pidió que hiciera un dibujo sobre su
barrio. El nene hizo a un hombre de gorra y cara tapada disparándole una bala
enorme y amarilla a alguien más pequeño, que tenía los brazos hacia arriba. Para Thiago, su barrio es un asesinato”.
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