LA OPINIÓN PÚBLICA Y LAS ELECCIONES
Por Ricardo J. Cornaglia
Es un concepto
difuso, reclamante de precisiones, clave para entender el poder, que en la
actual era de la revolución informática, determina la naturaleza de los más
elementales derechos humanos.
Un sistema de
representación se legitima cuando la
opinión pública le da sentido. La sociedad tiene destino si cobra conocimiento
y éste como respublicae no puede ser apropiado por los particulares o los
gobiernos. Es de todos y conduce a la verdad, como ingrediente ineludible de lo
justo.
La libertad de
información y prensa se impone por lo ya expuesto.
Los gobiernos,
partidos políticos, asociaciones intermedias que con soberbia ignoran la
opinión pública, hacen gala de la ignorancia y nada es más peligroso para todos
que un ignorante con poder.
A la mentira
pública se la combate con opinión, a la ignorancia con la educación que siempre
lleva años para alcanzar sentido.
Cuando se
construye opinión pública a partir de la mendacidad, o se la ignora haciendo
gala de la burla del conocimiento general, tarde o temprano será necesario
amigarse con la realidad disimulada por el engaño.
Los gobiernos
de cualquier signo o partido, que creyéndose iluminados, desafiantes, creen que
la opinión pública se puede manipular para ajustarlos a sus intereses,
persiguen a los formadores de opinión. A quienes exhiben su versión de la
verdad, para que otros luego de constatarla con la realidad, la hagan suya.
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