NUESTRA IMPUNE AUTOPISTA



(2/05/2012)- En la larga historia de vergüenzas nacionales, se sostiene una que atañe directamente a nuestro conurbano sur, se trata de la impune autopista Buenos Aires-La Plata que, además de unir a la Capital de la Republica con la Capital del Primer Estado Argentino, enhebra a los Distritos de Avellaneda, Quilmes y Berazategui. Aquí, la seguridad en el tránsito y la valorización de las inversiones del dinero publico, no existen para los responsables de este patrimonio nacional.

Esta importante carretera, que debería gozar de las mayores atenciones por la situación geográfica de su trazado y por el caudal de tránsito que soporta, es la mas abandonada, la menos cuidada, la mas onerosa para los usuarios y la mas cara para el Estado. La impunidad de la que goza su Concesionaria supera los límites del asombro. Nunca salen a la luz los términos del contrato de concesión, no se conocen sanciones por la falta de mantenimiento, por la presencia de animales sueltos, como tampoco se informa sobre la alegre creación de “horarios pico” y la suba del precio de los peajes, cuyo incremento del 220 % en el ultimo año y medio, parece no haber llegado a las fauces de la temida Secretaria de Comercio Interior.

A todas estas inaceptables anomalías, está la falta del tercer carril, tantas veces reclamado, tantas veces prometido. Este incumplimiento que data de varios años, es la mayor burla que se le hace a los ciudadanos que, además de los impuestos generales, pagan impuesto sobre los combustibles para construir caminos, pagan también su buen porcentaje en transferencias y patentes de automotores y finalmente pagan cada vez que atraviesan las cabinas de peajes, únicas obras bien mantenidas por parte de la empresa Concesionaria.

El Estado ha creado un mudo Organo de Control de Concesiones Viales (OCCOVI) que no responde a nadie, no atiende reclamos ni contesta las consultas que efectúan distintos estamentos de la provincia y los municipios afectados. OCCOVI junto a COVIARES, representan el sumo de la omnipotencia, a la cual se obliga a someterse a los ciudadanos que circulan por esta, nuestra autopista, donde además se soporta la demencial actitud de aquellos conductores que haciendo uso del libertinaje vial, utilizan las banquinas como tercero y hasta cuarto carril. No cabe en ningún análisis que las autoridades no sepan que esta autopista de tan solo sesenta kilómetros, se colapsa diariamente en horarios de trabajo o simplemente a causa de un partido de fútbol y no alcanza para absorber los frecuentes fines de semana largos.