ATENCION; NOS MIRAN LOS DE ENFRENTE...

 (07 07/2022 )- fuente; Editorial diario “El País”) -  Uruguay, su

situación geográfica, representa un castigo y una oportunidad. Esto, claro está, en referencia a la cercanía con Argentina, país proclive a todo tipo de excesos políticos, económicos, culturales.

Y que cada pocos años tiene algún proceso de implosión, como el que estamos viendo desde hace semanas.                                                                                      Ese es el aspecto negativo de nuestra ubicación. Porque con la diferencia de tamaño y relevancia entre ambos países, todo lo que sucede en Argentina, tarde o temprano nos golpea por algún lado. Si bien es impactante percibir lo que ha caído la influencia argentina tanto en Uruguay como en el continente, al punto que en 1960 nuestro vecinos representaban el 38% del PBI regional, y hoy apenas superan el 15, todavía somos vulnerables a sus ciclos de auge y explosión.

Pero, como decíamos, hay un aspecto positivo de esta cercanía. Y es que nos permite percibir por adelantado, las consecuencias de determinadas políticas.

Por ejemplo, desde hace al menos 20 años, desde la crisis del 2001 y la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia, con un breve lapso de un gobierno de Macri que no cambió demasiado las cosas, Argentina ha implementado un determinado tipo de políticas públicas. ¿Cuales son estas políticas? El resumen es simple.

Por un lado, un desprecio por las leyes de la economía. Para la dirigencia política de ese país, y un porcentaje altísimo de sus ciudadanos, el déficit fiscal, la inflación, el cuidado de los equilibrios macroeconómicos, son frivolidades, inventadas por algún “gorila” vendepatria. Los números son detalles banales, hay que preocuparse “por la gente”, por “los que menos tienen”. Es así que cada 8 o 10 años la economía salta por los aires, perjudicando de manera más dura a quienes afirman querer defender.

En segundo lugar, se abraza una forma de organización social basada en los grupos, los colectivos, las corporaciones, las cuales priman despreciativamente por sobre los individuos. Sindicatos todopoderosos en los que se aceptan prácticas directamente mafiosas. Las llamadas “organizaciones sociales” que son otros grupos de poder que manejan millones y millones en ayudas sociales, de las cuales se quedan con la tajada del león. Esto genera un esquema de convivencia tóxico, donde el individuo que no es parte de este esquema corporativo, queda totalmente indefenso.

La ciudadanía uruguaya no tiene excusas. Puede ver, aquí nomás y en vivo y en directo, lo que pasa cuando se sigue esa agenda política que reclama la oposición.

Un tercer elemento es una visión sectaria y paranoica de la sociedad, donde aquel que invierte y prospera, es poco menos que un enemigo del pueblo, a quien se justifica esquilmar con impuestos o prepotear desde la autoridad, como forma de obligarlo a una redistribución económica. Esto se potencia de forma particular si quien invierte y prospera tiene alguna relación con el sector agropecuario. Allí todo se vale para extraer recursos que puedan ser usados para financiar otras actividades, por más ruinosas que sean. Y eso por más que la experiencia haya mostrado una y mil veces que eso es un receta para la ruina.

Por último, dos detalles extra. El primero, una lectura de las relaciones internacionales muy en línea con su mirada de la economía interna. El mundo es una guerra entre explotados y explotadores, todo es una pugna por la dominación, y es imposible que existan situaciones de ganancia conjunta. El segundo, una obsesión por subirse al carro de la última tendencia progre primer mundista, lo que sea, como si eso compensara por algún lado, el terrible derrumbe en influencia de un país que supo ser de los más ricos del mundo. Así padecen presidentes que no pueden tomar decisiones básicas, pero hablan en inclusivo y tienen cédulas “no binaries”.

Los problemas de Argentina, son de los argentinos, no nos confundamos. La ventaja, como decíamos al principio, es que eso nos permite ver a qué llevan esas ideas y propuestas, que son las mismas que en proporción más diluida, nos ofrecen hoy dirigentes muy importantes de la oposición política uruguaya. Desde la cuarentena forzosa, (“Adoptanos, Alberto”), pasando por la colectivización de las relaciones sociales, el acusar de neoliberal insensible al que se preocupa por el déficit y la inflación, el odio al sector rural y a la empresa privada, la obsesión por una agenda casi sueca en materia social, cuando el país presenta indicadores cameruneses en muchas áreas.

La ciudadanía uruguaya no tiene excusas. Puede ver, aquí nomás y en vivo y en directo, lo que pasa cuando se sigue esa agenda política que reclama la oposición. Uno podría decir que esto nos blinda contra esas ideas. Pero después recuerda que los colombianos, que fueron testigos de lujo del derrumbe de Venezuela, acaban de votar al candidato más chavista de su escena política.