NISMAN; UNA MUERTE ANUNCIADA


(24/02/2014)- Al retomar la tarea luego del receso anual, no encontramos  nada mas importante que la tragedia  del hecho ocurrido el 18 de enero ultimo. Con la mirada puesta en la renovada verborragia presidencial en el acto de ayer en Berazategui, donde el joven intendente y candidato a Gobernar la Provincia mas grande del país, espetó bajos conceptos de barricada hacia el Poder Judicial.

En la vecina ciudad, la señora presidenta puso fin a su corto período de silencio y retomó el discurso fuerte, resaltando varias obras de su gestión que están en marcha o iniciándose.  Necesidades de muchos años, como si los doce que llevan los gobiernos de su esposo y ella, no formaran parte de ese atraso. También la señora Cristina asombró una vez más al festejar el inigualable consumo argentino de “Coca Cola”  una gaseosa inventada y patentada mundialmente por el país al que ella ha tildado de enemigo y posible causante de “algo” que le pudiera ocurrir.  Nadie asesoró a la presidenta  sobre el gran contenido de azúcar de esa gaseosa, a la que profesionales de la salud la comparan porcentualmente con el daño de la nicotina. Este festejo, porque “ahora tienen mas plata para comprarla...”  fue acompañado por el coro de aplaudidores.

Pero mas allá de tantos detalles que pudieran ser calificados como “sutilezas” de la prensa no aplaudidora, la tragedia del Fiscal Nisman, es lo que ningún argentino debe callar, olvidar o soslayar. 
Y volviendo a las declaraciones de la primera magistrada, así como solo le interesan que la aplaudan “los de adentro”  a todos los argentinos y también a ella, bien podrían serle útiles las críticas de “los de afuera”. 
Entonces nada mejor que recurrir a una portada de “El País” de España (23/01/2015), uno de los mas importantes diarios del mundo que dedicó un lugar de su tapa a este, nuestro país.
En ese artículo, tras afirmar que “el fiscal fue víctima de una  sociedad con un sistema político disfuncional y un gobierno perverso, corrupto y desconectado de la realidad”, este medio de afuera, aplica a la actitud de Nisman la alegoría de Dédalo, en su intento de llegar al sol. Y así dice Nisman, voló demasiado alto para una sociedad resignada a que los poderosos queden siempre impunes y la verdad, oculta...”  y agrega “Nisman descubrió que el gobierno que le encomendó esa tarea, ahora, en la figura de la viuda y heredera política de quien lo nombró, era cómplice de los criminales que él mismo había identificado y acusado...”
La consabida retórica presidencial de derechos humanos, de igualdad de género, tan progre y tan moderna, se desvaneció aquel lunes en el Congreso Nacional, al que Nisman nunca llegó.
Siguiendo la tapa de “El País”, ante el magnicidio más dramático de la democracia desde 1983,  ningún argentino podrá olvidar al fiscal de la nación, muriendo en un departamento de Puerto Madero, barrio irreal, sin historia ni afectos ni identidad. Imitación de Miami Beach, pero más caro y poco estético. Arquetipo del exceso y la ostentación, bunker y aguantadero de los más corruptos funcionarios.
La muerte de Nisman, también nos retrotrae a la desaparición de Jorge Julio López en 2006, ocurrida justo antes de tener que declarar en un juicio por violación a los derechos humanos.
Estas muertes, pueden encuadrarse en la descomposición del sistema político. Acelerada cuando Alfonsín no pudo contra la hiperinflación, también abonada por el peronismo y su  inacabable fragmentación. Principalmente dese 2003, posibilitando el surgimiento de una mera confederación de jefes territoriales sin cohesión alguna, negociando el control de sus distritos con toda forma de ilegalidad imaginable; el juego, el tráfico y las barras bravas del fútbol.
En la Europa que no nos envía innecesarios aplausos, no ignoran que de las roturas de ese partido político nació el kirchnerismo, un proyecto que, devenido en “cristinismo” se aferró a la conveniencia de la fragmentación y se abocó a profundizarla.
Por ahora nos toca hacer introspección, sufrir el duelo y tripas corazón, frente a la peor crisis de los últimos treinta años. Aunque tal vez haya algo más que podamos hacer; situarnos en las antípodas del fenómeno mas perverso que haya conocido la democracia argentina.