La visita del Presidente de la República al Papa Francisco
(29/02/2016- por ALEJANDRO A. LOPEZ ROMANO, abogado, doctor en derecho canónico)- Sin lugar a dudas, esta primer visita del Presidente de la República Argentina al Santo Padre, ahora desde roles diversos, ha tenido muchas repercusiones e interpretaciones. Al mismo tiempo han cobrado magnitud muchas especulaciones de diversas naturalezas, pero principalmente desde el orden político. Ambos se conocían personalmente desde hace varios años, también por diversas circunstancias y funciones distintas; uno desde el ámbito del poder espiritual, el otro desde el poder temporal (Estado). Son otros tiempos. La República hace apenas un par de meses, ha reanudado su camino con un nuevo gobierno democrático, nacido del voto popular y del orden institucional. Desde ese lugar, el Presidente de la República ha ido a visitar al Jefe del Estado de la Santa Sede (ubicada en la Ciudad del Vaticano) en el camino de apertura de vínculos y relaciones con el mundo. Entre estos Estados, lo ha hecho con uno muy significativo para los ciudadanos argentinos; la Santa Sede (Iglesia Católica Apostólica Romana), ya que es la religión oficial del Estado según nuestra Constitución. Pero existe también otra inusual circunstancia; el Jefe del Estado de la Santa Sede, el Papa, también autoridad suprema del poder espiritual del credo católico en el mundo, es también un argentino. Estas dos excepcionales situaciones, han recreado las interpretaciones y han orientado la mirada hacia cada gesto de esa visita y no al contenido verdadero. Las opiniones son muy diversas. Otro ingrediente particular, coincidente en este momento, es el envío de un rosario (objeto religioso para orar) a una dirigente social detenida por una investigación judicial que la tiene como imputada por delitos gravísimos contra el Estado. Además, en la memoria popular, y en el proceso de cambio de un gobierno al otro, todavía hay frescos resabios de derrota electoral, fanatismos y actos que alejan a los ciudadanos de una vida social orientada al bien común. En medio de toda esta realidad, un hecho protocolar, ha sido interpretado desde dos ópticas muy distintas. Algunos le han dado importancia a la forma o los gestos del Papa hacia el Presidente; otros compararon actitudes de trato ante la anterior mandataria y el actual Jefe de Estado; otros potencian diferencias políticas y le intentan reprochar al Papa diversidad de trato, por una aparente simpatía política. En fin, es infinito el mundo de las especulaciones. Aquí hay un hecho objetivo. Lo otro queda en el interior de la mente de cada persona. Lo concreto desde lo institucional; Iglesia – Estado, es destacar el lugar de cada uno; el Papa, el orden espiritual; el Presidente el orden temporal (gobierno del Estado). La Iglesia ha destacado "el buen estado" de las relaciones con la Argentina. También ha mencionado los temas tratados de mutuo interés. Se afirmó que la ayuda al desarrollo integral, el respeto de los derechos humanos, la lucha a la pobreza y el narcotráfico, la justicia, la paz y la reconciliación social forman parte de la agenda en común entre el gobierno argentino y el Vaticano. La Iglesia como rectora de la moral ha realzado por su autoridad suprema el interés en mantener una positiva contribución, sobre todo en el ámbito de la promoción humana y de la formación a las nuevas generaciones. También hubo otros temas de mayor relevancia e interés en el ámbito regional y mundial. El resto, aquellas opiniones si el Papa era más simpático o afín con lo anterior, y menos con lo actual; o si ahora es más solemne y distante que antes, son puras especulaciones nacidas desde la mirada política. El Papa brega por su rebaño como Pastor, y claro que no olvida su tierra; la tiene en su corazón. Que los hechos y la historia se encarguen de revelar este vínculo entre dos viejos conocidos en nuevos roles. Deseamos que se puedan complementar por el bien de la República y los fieles cristianos.
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