ULTIMAS TORRES DE UN BARRIO QUE UNA VEZ TUVO PUERTA
(3/11/2015- Por Hugo
Murno, Especial para BERNAL.ES)- A solo tres cuadras de la estación de
Bernal, enVilla Crámer, se encuentran
esas torres que rematan unos "raros castillitos normandos". Están
mezclados con el conglomerado de casas nuevas y viejas de modesto (y a veces
pretencioso) aspecto, en lo que denota ser un barrio de los más populares y
antiguo de la zona. (Esos castillitos) forman parte del cotidiano paisaje del
lugar y, claro, para los habitantes de allÃ, que los conocen desde siempre, la
cosa (y esas casas) no tiene misterio ni despierta la imaginación. Pero verlos
por vez primera y pensar en castillitos medievales de alguna aldea francesa,
recrear historias imaginadas y soñar con un pasado de leyendas, es tentación de
la que no se escapa fácilmente, algún desprevenido visitante o alguien que
simplemente transite por el lugar.
Y algo de eso hubo (de historias fascinantes; misteriosas).
Tal vez un poco de frustrados deseos feudales, por qué no
reminiscencias de una Italia ancestral metida en su ser, o ganas simplemente de
jugar con la imaginación en sus creaciones arquitectónicas, o todo junto, fuera
lo que llevó a don uan JChiogna a construir esas casas tal como todavÃa se las
puede ver, por lo menos a las que la piqueta o la modernización todavÃa ha
respetado...
Primero fue la construcción de (por lo menos para la época y
lugar) la más grande planta industrial de la Argentina: la de la Fábrica
Papelera Argentina (después Celulosa Argentina y hoy perteneciente a una
multinacional estadounidense) y a su lado el conjunto de casitas (mucho más
grandes de las que a veces hoy todavÃa se hacen con similares fines) destinadas
a los obreros y empleados de la firma y sus familias.
Pero esos terrenos que Don Juan habÃa comprado asociado a don
Pedro Vaccari, y que lindando con la fábrica llegaban hasta la costa del rÃo de
la Plata (unas 20 a 25 cuadras de largo por 4 o 5 de ancho) tentaban para el
proyecto que girarÃa, allá por 1908, en las mentes de esos dos
Ãtalo-argentinos, que seguramente gustarÃan ver el rÃo desde sus dominios,
barranca incluÃda.
Y asà nacieron las casas, como esa que se encuentra (remozada hoy)
en la esquina de Crámer y Almafuerte, que es la casa que Don Juan levantó para
habitar él. Y allà comenzaba el "feudito", pues la hoy calle
Almafuerte (por aquella época P. Vaccari) empedrada y larga tenÃa tranquera. SÃ, como todas las otras
que hacÃan de "puertas" en las demás bocacalles que
bordeaban los dominios del arquitecto y empresario industrial; y allÃ
habÃa que entrar de a pie, y el caballo, los sulkis y jardineras de los
proveedores del barrio (que eran todos italianos, a excepción de algún español
y muy pocos criollos) y obreros de la papelera (en la que ganaban $ 3 --de
entonces--por dÃa, de los pesos fuertes en serio). Todo construido con
materiales traÃdos de Europa, ladrillos y maderas, hierros y clavos, tejas y
también algunos de los nombres que adornan los frontispicios de algunas de esas
casas, como es Quo-Meme, que pasó con tabla y todo de ornar un yate a las
paredes de la que en 1973 ocupaba Alfredo Sánchez, de entonces 24 años, nacido
en ella y que la compró a los descendientes de don Juan Chiogna en $ 27.000, de
esa época, claro... (Él nos lo contó en aquella oportunidad en que indagamos
para poder escribir esta nota).
(Don Juan) también habÃa construido una de esas casas que ocupaba
la planchadora, y otra para Benito el barrendero; y donde hoy (en 1973) está
instalado un taller mecánico, al fondo de otra de las casas supo estar la
caballeriza que alojaba la volanta que iba a esperar a la estación (de trenes)
a Don Juan, cuando este venÃa de Buenos Aires a pasar unos dÃas en su
"mundito".
Y allà donde está parada una viejecita nervuda y vivaracha, que
nos cuenta que su hija es nieta del fundador del barrio, estaba emplazado el
parque del lugar con la casona de los viejos Chiogna en el medio...
Pero el clima de misterio lo remata realmente, más que ninguna
otra la casa que se levanta allá, al pie de la barranca, frente a una ancha
avenida de tierra , que algún dÃa serÃa parte de la Autopista Buenos Aires-La
Plata (recuérdese que esta nota fue escrita en 1973 y estamos en 2015). La
historia de esa casa quizá no la conozcan sus actuales moradores, una
asustadiza pareja de ancianos, que se encierra en silencio tras las
descascaradas paredes de lo que otrora fuera concebido como estación de
tranvÃas y/o embarcadero. SÃ, las dos cosas, porque las versiones de los viejos
vecinos son dispares y cuentan por ejemplo que el proyecto originario era abrir
un canal que desde el rÃo llegara hasta allÃ, para poder entrar y salir
con yates y veleros. Pero también afirman, los que sostienen la otra
versión, como lo hace Margarita Vanna de Chiogna, quien supo que su suegro
gestionó sin éxito una concesión de la lÃnea de tranvÃas, que fuera desde el
barrio hasta la playa...
Tal vez la verdadera historia sea diferente, y que no haya sido en
1924 que la municipalidad quilmeña tomó posesión de la "calle
privada" y la abrió al uso público tal como hoy la conocemos, o sea
exagerado el afirmar que, cuando muchos años después, los herederos del
"hombre de los castllitos" pusieron en venta los terrenos, y se vendieron
los lotes a $ 100 (cien pesos) cada uno (cada lote), y aquel donde está la
estación de tranways y embarcadero, fue comprado pagando como si fuera un lote
más con un árbol y no edificado...
Las cosas pueden ser algo distintas de lo que el recuerdo de
quienes vivieron u oyeron en el viejo barrio cuentan, pero las casas (pocas)
todavÃa están allà (por lo menos hasta 1973 y alguna queda en este 2015 que
reescribo la nota) y el paisaje es otro con ellas en pie y tiene olor a
historia y más que eso a leyenda. Como la que dicen que, a pocas cuadras de
allÃ, donde todavÃa está la histórica casona de Santa Coloma, el mÃtico lugar
en la que los invasores ingleses tuvieron que enfrentar la primera resistencia
en 1806, estaba aún el ombú donde alguna vez atara su caballo don Juan Manuel
de Rosas, para hacer una siesta a su sombra. Pero esa es otra historia.
Bernal y Buenos Aires 16 de febrero de 1973 y 1 de noviembre de
2015.
Hugo Murno al pueblo de Bernal, mi lugar en el mundo allá y
entonces desde 1945 hasta siempre...
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