EL RATING DE LA MUERTE
(7/01/2015- por Ricardo Luis Mascheroni, Docente)- Con
dolor y preocupación debo confesar, que la frase del
epígrafe, viene como anillo al dedo, para graficar lo que a diario nos
muestran casi todos los medios de comunicación, tanto nacionales como locales,
salvo las honrosas excepciones que siempre existen, como noticia estelar.
La MUERTE, de
“niñas o jóvenes”, ligadas o no a lo sexual, ya sea provenientes de hogares de
buena o no familia, es la gran protagonista, que cada mañana en condiciones
truculentas nos da los buenos días.
Tal vez, la
orfandad de noticias, la pérdida de frenos inhibitorios o la falta de
creatividad de los directores de contenido de esos medios, los llevan para
conseguir unas migajas de rating, a apelar en una actitud de bajeza obscena a
una escaza cantidad de casos de ataques fatales de adolescentes mujeres,
transformando la excepción en una regla inflexible, frente a la que todos los
padres se sienten angustiados y temerosos.
Casi en cadena
nacional, esas empresas de noticias, difunden hasta el hastío, los entretelones
escabrosos de estos hechos dolorosos y lamentables.
Mientras tanto, los
comunicadores de turno abundan en detalles reales, supuestos o directamente
inventados por mentes cuando más enfermizas mejor, contando con el
acompañamiento morboso de una audiencia, que sigue los casos cual si fueran un
culebrón de aquellos.
Hasta aquellos
periodistas, pretendidamente serios, se suman sin reservas a la loca
competencia por el rating de la muerte, poniendo voz y cara de circunstancia,
cual Boris Karloff, presentando su famoso ciclo televisivo, con música de fondo
acorde al clima y ambiente que pretenden crear.
En esa mise en
escena, no actúan solos, sino que cuentan con la compañía y “asesoramiento” de
toda una fauna variopinta de supuestos entendidos en la materia. En el desfile
incesante de partenaires, vemos a ex policías, empresarios de la inseguridad,
pica pleitos y aves negras (hoy denominados criminalistas y caranchos),
psicólogos, sociólogos, videntes y volantineros varios, que opinan y elaboran
hipótesis en muchos casos descabelladas, sobre el suceso, con una
insensibilidad ante el dolor ajeno, pocas veces vista. Eso sí, en forma
permanente dejan en claro lo lamentable del terrible hecho (que si no ocurriera
los tendría fuera del programa) y su solidaridad de pacotilla con el dolor de
la familia, aunque en realidad hagan hilachas la dignidad humana de la misma.
En ese tiovivo de
la muerte, el nombre de pila de las víctimas es un sello característico, los
que se suceden sin solución de continuidad y así vemos, leemos o escuchamos:
Candela, Ángeles, Nicol, Melina y Lola entre otros. En ese desfile incesante, se
pone, no sólo, en la picota a reales o supuestos autores del aberrante hecho,
sino también se abren dudas y sospechas (cercana a la condena) sobre la
conducta de las víctimas y de su entorno familiar.
Aunque creo, que
nada nos puede extrañar, ya que en otros momentos, esos medios y sus
receptores, popularizaron el “algo habrán hecho”, que tanto costó desterrar, si
es que se ha desterrado.
Para muchos creo,
que el súmmum noticioso, no sería ganar el Pulitzer, sino filmar y mostrar un
homicidio o una violación en vivo y directo. Darían cualquier cosa por esa
primicia.
Los movileros “en
el lugar de los hechos”, no se quedan atrás, y más allá de sus notorias
carencias profesionales, hacen gala de una insensibilidad rayana en la
violación de la dignidad y condición humana.
La impertinencia,
morbosidad y curiosidad malsana dudosamente puedan superarse y cuando alguien
del entorno del afectado, rehúye a la requisitoria, se asombran, cuando no se
sienten contrariados, ya que no alcanzan a comprender, el silencio y
recogimiento ante el dolor.
La prudencia y
respeto brillan por su ausencia, y por qué no pensar que estos mecanismos
perversos y malsanos en la obtención de rating, pudieran estar generando una
adicción peligrosa en los destinatarios, además de confundir, distraer o
imposibilitar el real esclarecimiento del caso y quizás ayuden a la preparación
del escenario de un próximo hecho.
Como dice el Martín
Fierro: “Muchas cosas pierde el hombre,
Que a veces las vuelve a hallar; Pero les debo enseñar, Y es bueno que lo
recuerden: Si la vergüenza se pierde, Jamás se vuelve a encontrar.”.
Tal vez, mi
indignación aquí expresada, no sirva de mucho, y no sea más que una endecha en
el mar, pero lo que sí es seguro, que a esta forma de “periodismo” “la muerte
le sienta bien”.RICARDO LUIS MASCHERONI – Docente.
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